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Oficio
Se sentaba en el último banco de la capilla, el más deteriorado por las inscripciones de los jóvenes revoltosos. Sólo pisaba el templo para asistir a funerales, siempre de riguroso luto. Nadie lo conocía, pero él no faltaba a ninguno.
Los lugareños decían que iba a todos para que, cuando llegara su hora, estuviera acompañado. No se imaginaban que él asistiría impasible a los de todos ellos.
Segundos
-Quinientos uno, quinientos dos, quinientos tres…
Estaba fría el agua de la balsa, aun siendo verano, pero lo importante era ganar a cualquier precio. Su sambenito de farolillo rojo sería borrado por un glorioso triunfo que siempre recordarían, muy por encima de las competiciones de futbolín o de tirar cantos.
-Quinientos cuatro, quinientos cinco, quinientos seis.
Tras la hazaña, nadie volvería a sumergirse en aquel lugar. Bajo esa esmeralda masa líquida, dicen que aún puede oírse la cuenta del niño ahogado.
Espíritu crítico
Lo más importante de la pregunta
no es el contenido;
es el signo de interrogación.